En el pasado los juristas o abogados fueron un excelente ejemplo del exquisito hablar y del buen escribir, algunos de ellos llegaron a ser destacados literatos y alcanzaron prominentes alturas en el campo de las letras, incluido desde luego el Premio Nobel. Desafortunadamente, en la actualidad sucede todo lo contrario, pues los abogados hemos llegado a ser un mal ejemplo en cuanto al lenguaje hablado y la escritura. Así, es frecuente escuchar de labios de algunos abogados, expresiones indebidas y en el peor de los casos, vulgaridades.
Por su parte, el abogado fue ejemplo de hombre culto, la historia de la abogacía es milenaria desde los jurisconsultos romanos hasta nuestros días. Los juristas siempre fueron honrados por su saber, muchos escalaron los puestos más altos de la estructura social como consejeros, políticos y gobernantes. Por tanto, animo a los juristas o abogados, de la manera que históricamente fue, estemos a la altura del prestigio social y cultural.